Los hijos que Tintín nunca tuvo y nunca quiso



BRUSELAS.- En una casita de ladrillos rojos y puerta metálica de una callejuela estrecha y silenciosa en el barrio de Etterbeck, una pequeña placa bronceada anuncia que allí nació, el 22 de mayo de 1907, "el padre espiritual de Tintín". Cien años después, se reparten ese hijo, el único que tuvo Georges Remi, los peculiares herederos del maestro de la viñeta.

Tras su muerte, en 1983, el legado de Hergé, con sólo 23 tintines y otro inacabado (Tintín y el arte alfa), varios volúmenes de sus personajes menos universales, como Quique y Flupi, y, sobre todo, una extensa colección de borradores, esbozos, cartas y objetos de su colección, quedaron a cargo de su viuda, Fanny Vlaminck, colorista en su estudio y por quien dejó a su primera mujer en medio de una larga crisis existencial, reflejada en su clásico Tintín en el Tibet. Pero, desde 1990, el principal gestor de la Fundación Moulinsart es el segundo marido de Fanny, el británico Nick Rodwell, fuente de polémicas con algunos tintinólogos.

El marido de la viuda de Hergé –ella aún vive, pero ha dejado el negocio en sus manos- ejerce un control férreo para limitar homenajes y reproducciones y se ha dedicado a denunciar a quienes celebran al difunto sin su control. Algunos lo acusan de ansia de poder, mientras él asegura que sólo quiere proteger el legado y evitar que Tintín se convierta en un producto de consumo estilo Disney. Pero, tras años de charlas, ha firmado con Dreamworks, los estudios de Steven Spielberg, para filmar una trilogía de Hergé, con una técnica similar a la de Polar Express (Moulinsart rechazó ofertas anteriores, pero el puesto de coproductor ha convencido a Rodwell).

"Los responsables de Moulinsart S.A. confunden un patrimonio cultural con el Monopoly", se queja Jean-Louis Carette, propietario de una librería de cómic a la que solía acudir Hergé y que Rodwell denunció por tener un perfil de Tintín, junto al de otros personajes, en su logo. El británico ha parado exposiciones, CDs, libros y hasta la Biblioteca Moulinsart, una colección de Casterman, el editor de Hergé. En algunos casos, sus acciones han servido contra la explosión de parodias sexuales sobre Tintín. En 2001, incluso varias personas fueron arrestadas por producir y distribuir una falsa aventura erótica del reportero, 'Tintín en Tailandia'.

Nick y Fanny dicen cumplir una instrucción explícita del dibujante: el deseo de que su personaje muriera con él, incluido hasta en su testamento. Rodwell desplazó de la escena a quien podía tener tentaciones de alargar la vida de Tintín, como Alain Baran, el último secretario de Remi en los Estudios Hergé, y ha rechazado varios intentos de terminar la última historieta inacabada.

La 'Boutique Tintin'
La otra heredera de rebote de Hergé es la hija de Tchang Tchong-jen, el amigo de Remi que cambió su vida y su forma de dibujar. El escultor y acuarelista chino, de cuyo nacimiento también se cumplen ahora 100 años, le pidió a Hergé que no cayera en los estereotipos cuando contara los viajes de su reportero intrépido –como había hecho en Los cigarros del farón- y, gracias a su ayuda, nació 'El loto azul', donde hasta el último cartel en chino tiene sentido.

Tchang, que acabó en sus viñetas y en las de Tintín en el Tibet, dejó su propia obra artística en Shangai. Su hija, Tchang Yi-Fei, es la propietaria de la 'Boutique Tintin', la mayor tienda en Bruselas de camisetas, libros, platos y demás parafernalia sobre los personajes de Hergé.

Ahora, los herederos han conseguido, por fin, un lugar para el legado de Remi. Tras una larga y poco fructífera lucha con la ciudad de Bruselas sobre dónde y cómo, la pareja Rodwell pone la primera piedra en Lovaina del Museo Tintín, que abrirá en 2009. Después, seguirá con su gran proyecto, el estreno de Spielberg, que aún debe anunciar qué historietas contará. Rodwell se inclina por 'Tintín y los Pícaros', la última que completó Hergé y, tal vez, la que tiene el final más triste para los amantes de Tintín. En la penúltima viñeta, Haddock dice que está deseando volver a casa, a Moulinsart, y el incansable reportero contesta, por primera vez, 'Moi aussi, capitaine' (yo también, capitán).

 

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